Se acercaba la temporada navideña, un periodo marcado por el bullicio de los viajeros y el anhelo de reencuentros. Las calles se adornaban con luces brillantes y el aire se impregnaba de aromas festivos. Sin embargo, para quienes planeaban volar, el recuerdo de las largas filas en los aeropuertos era una sombra que ensombrecía la emoción de estas festividades. Fue en este contexto que el Ministerio de Transporte, la Aeronáutica Civil y la Superintendencia de Transporte pusieron en marcha la ambiciosa estrategia conocida como "Misión Navidad".

La meta era clara: garantizar la movilización de 10,6 millones de pasajeros entre diciembre de 2024 y enero de 2025, una cifra deslumbrante que prometía ser un récord en el sistema aéreo del país. El esfuerzo de colaboración comenzó con reuniones de planificación en el Aeropuerto El Dorado, donde los líderes del sector discutieron medidas ingeniosas para evitar congestiones y mejorar la experiencia del viajero.

La Superintendente de Transporte, Ayda Lucy Ospina Arias, fue firme en su compromiso al afirmar que se intensificaría la presencia de personal especializado en 29 aeropuertos. Con un ejército de 70 regionales, los viajeros no solo recibirían orientación, sino también información vital sobre sus derechos y deberes, una herramienta esencial para navegar por las ajetreadas terminales.

El director de la Aerocivil, Sergio París, añadió una capa de optimismo al destacar la sinergia entre todas las partes. “Es un gran esfuerzo colectivo para asegurar que cada uno de los 10,6 millones de pasajeros sea tratado con eficiencia y cuidado”, expresó, vislumbrando ya el éxito de la operación. Para lograrlo, "Misión Navidad" desplegó un plan integral que abarcaba desde la gestión del tránsito aéreo hasta campañas informativas que educarían a los viajeros. Iniciativas como #TurismoConLegalidad se convirtieron en vehículos de información, guiando a los pasajeros con consejos sobre itinerarios y precauciones de viaje.

Las medidas no se limitaron solo a la información. En un esfuerzo por hacer frente al aumento del tráfico, se formaron comités de facilitación que incluían diversas autoridades. Con su participación, se buscaba agilizar trámites migratorios y aduaneros, asegurando que cada viajero pudiera pasar sin contratiempos hacia su destino anhelado.
Y mientras el mundo se preparaba para celebrar, el Aeropuerto El Dorado se transformaba en un núcleo de actividad. Ejercicios en tiempo real se realizaban para ajustar itinerarios y maximizar la capacidad operativa. Era un ballet logístico dirigido a acomodar el flujo incesante de pasajeros que esperaban reunirse con sus seres queridos.

Además, en un mundo donde el clima puede marcar la diferencia entre un viaje placentero y uno caótico, se implementaron medidas específicas ante condiciones meteorológicas adversas. La prioridad era siempre la aviación comercial regular, ofreciendo soluciones prácticas para mitigar cualquier posible retraso.